Vamos a pensar en una escuela, en un aula mismo si queréis,
nos imaginamos un profesor, que es el que marca los ritmos, da las órdenes,
decide que se hace y cómo y da el turno de palabra. También hay niños, que
realizan las actividades impuestas y cumplen unos requisitos. Esto ha sido
fácil ya que es lo que prácticamente todos entendemos por la educación en la
escuela. Ahora vamos a imaginar algo diferente, pensemos en un aula en el que
las decisiones se tomen de forma conjunta, en la que todos participen en la
organización y el aprendizaje y se den experiencias democráticas. Pues bien,
esta última se refiere al modelo de escuelas democráticas también conocidas
como escuelas alternativas.
En estas escuelas no se sigue un currículum obligatorio sino
que la actividad se desarrolla por el interés del niño, dándole importancia a
la interacción entre los iguales. También se les da la oportunidad de que los
mayores sean tutores de los pequeños.
Como no se dispone de un currículum estricto no se establece
una calificación según los logros conseguidos, aunque el nivel siempre llega a
lo que el Estado exige.
Como bien sabemos, los niños aprenden jugando a la vez que
se divierten, por eso, este tipo de escuelas da mucha importancia al juego,
dejando al niño el tiempo que necesite, dejando la libre elección del juego y
utilizando mucho los espacios al aire libre.
El profesor actúa como un mediador, en el caso de que exista
algún conflicto actúa de forma democrática, es decir, escucha ambas partes e
intenta llegar a una solución aceptable.
Aunque este tipo de escuelas no sea el que predomine, hay
que reconocer que cada vez se practica más y no solo creando estas escuelas
sino también dentro de una escuela normal y corriente, cuando un profesor lleva
a cabo alguno de estos métodos.
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